16 de diciembre de 2017

Cowell y el modernismo americano

Los músicos norteamericanos de principios de siglo XX seguían fielmente las directrices modernistas s europeas hasta la aparición de los primeros Originals: Charles Ives, Henry Cowell o Charles Seeger. 
Estos compositores no sólo eran estadounidenses de pura cepa sino que defendían una tradición musical autóctona diferente a la europea y por extensión una manera diferente de crear nueva música que desembocará en la aparición de una multitud de compositores-experimentadores de vanguardia como John Cage, Lou Harrison o Lamonte Young. El enfoque del  complejo y concienzudo modernismo europeo  se transforma en EEUU en una serie de   experimentaciones desinhibidas y aleatorias sólo  aparentemente irracionales.

Con un ojo en las ricas y variadas tradiciones musicales americanas y el otro en la música de otras culturas, los músicos norteamericanos fueron más allá derribando prejuicios e investigando, viajando, combinando su música con otras artes y trastocando por completo la sensibilidad musical convencional e incluso la modernista. Especialmente Cowell y más tarde su alumno John Cage recibieron duros ataques de la crítica ( una crítica que en aquella era  podía resultar en muchas ocasiones reaccionaria hasta niveles rídículos) . Cowell pedía  un acercamiento auditivo  para el que  el publico de entonces no estaba preparado. Como en una de esas  historias arquetípicas del artista adelantado a su tiempo, Cowell sufrió el maltrato de la crítica y el olvido del público en mayor medida que su sucesor,  John Cage.   
Una de las técnicas más criticadas fue precisamente la de utilizar el piano como un instrumento de percusión o la de utilizar la resonancia especial de las cuerdas tocadas directamente con ausencia de melodía, armonía o ritmo. En The Banshee(1925), una de sus obras más conocidas manifiesta su interés por la mitología irlandesa. La banshee  es un espíritu femenino que alerta a una familia sobre la muerte inminente de uno de sus miembros al hacer un sonido de lamento bajo las ventanas de la casa familiar. Cowell evoca este gemido, llamado "keening", haciendo que un pianista manipule directamente las cuerdas del instrumento con sus manos, a veces raspando una uña a lo largo de las cuerdas para crear un grito sobrenatural. El resultado de esta técnicas sobre las cuerdas  del piano recuerda claramente a los  sonidos electrónicos que aparecerán décadas más tarde. 

Para intérpretar esta obra, se necesitan dos intérpretes  uno accionando las cuerdas del  piano y el otro pisando el pedal de resonancia. La música, escrita una octava más alta de lo que suena, requiere que el intérprete  accione las cuerdas en diferentes  formas especificadas por el compositor: utilizando la palma de la mano, las uñas o la yema de los dedos, etc. Aunque  las notas están indicadas y la pieza  tiene instrucciones de  tempo específicas, el oyente  escucha fundamentalmente un grito y extraños  gemidos de ultratumba, como si de una psicofonía se tratase. 
  

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